El Latido de Lemuria

En un rincón olvidado del tiempo, donde la niebla de los sueños se mezcla con la memoria de los océanos, se encontró el corazón de Lemuria. No era un corazón de carne, sino un cristal sagrado que pulsaba con la esencia de todas las almas que alguna vez habitaron esa tierra. Entre ellas, dos almas se buscaban desde eones atrás, esperando el instante de su reencuentro.
Aelion y Saryah habían caminado por senderos distintos a lo largo de muchas vidas. Aelion, un sanador que comprendía el lenguaje de las estrellas, se había dedicado su existencia a guiar a otros en su despertar. Saryah, guardiana de los templos de agua, llevaba en su voz los cantos que despertaban la memoria del alma. Aunque sus caminos se habían cruzado en otras épocas, siempre quedó algo por aprender antes de unirse completamente.
Fue en una noche de luna dorada que ambos se encontraron en el Santuario del Corazón de Lemuria. Allí, el cristal latía con la frecuencia del amor eterno, un amor que no busca poseer, sino liberar. Al verso, sus almas se reconocieron de inmediato. No hubo palabras, solo un eco silencioso en sus corazones que decía: «Finalmente».
Pero esta vez, su conexión no era una historia de dependencia o de vacío buscando completarse. Era el encuentro de dos llamas que habían aprendido a arder por sí mismas, iluminando su propio sendero antes de compartir la luz.
Aelion y Saryah no se aferraron el uno al otro, sino que entrelazaron sus misiones con la misma suavidad con la que las olas abrazan la arena. Sus energías danzaban como auroras en el cielo, recordando a los demás que el amor no es una prisión, sino una expansión.
Juntos, despertaron a muchas almas dormidas, recordándoles que el verdadero amor es aquel que honra la individualidad y la misión de cada ser. No eran mitades buscándose, sino seres completos que elegían compartir su luz.
Cuando Lemuria se hundió en las aguas del olvido, su amor permaneció, viajando a través del tiempo y el espacio, encontrándose una y otra vez en distintas formas, en diferentes vidas, pero siempre con la misma esencia.
Porque el amor verdadero no ata… libera . Y las llamas gemelas que lo comprenden, jamás se apagan.
Pilar @serevolucion5d
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