
¿Te ha pasado alguna vez? Esa sensación de que, de repente, alguien que solía ser el centro de tu mundo empieza a parecer… normal. Como si el velo que cubría tus ojos se levantara y, por primera vez, lo vieras tal y como es: humano, con defectos, sin la magia que antes le atribuías.
Es un momento profundo, incluso revelador. Porque no es que esa persona haya cambiado de un día para otro. No. Lo que ha cambiado es tu percepción. Y ahí está el gran aprendizaje: no era él o ella quien era extraordinario, sino el amor y la energía que tú volcaste en esa conexión lo que lo hacía parecer especial.
El amor tiene esa capacidad mágica de iluminarlo todo. Cuando estás emocionalmente involucrado, no solo ves a la persona, sino que proyectas en ella tus sueños, esperanzas y emocione